LOS NO MUERTOS

Autor: James Nuño
Editorial: Paraíso Perdido

De una manera fantásticamente real Nuño nos pone frente a lo que bien podría ser nuestra propia vida. Los no muertos es desde mi punto de vista una novela un poco cruda pero necesaria, en la que se nos sacude por lo hombros para mostrarnos la manera en la que dejamos pasar nuestros días, hasta llegar al punto de estar muerto en vida; de allí yo creo el nombre.

En sus páginas me encontré con ambientes y entornos tan familiares que hasta llegué a pensar que Nuño espiaba los lugares donde yo había estado; esto es solamente prueba de la gran labor de investigación que este autor tuvo que realizar para lograr transmitir con sus letras los distintos comportamientos y personalidades de cada uno de sus personajes; estoy segura de que al leer el libro te identificarás con alguno. 

Los acontecimientos se dan en medio de una sociedad que tiene atrapados a sus miembros hasta hacerlos actuar de manera automática, tienen todo para ser felices, pero buscando la felicidad lo pierden todo.  Son cuatro los protagonistas, tres de los cuales nunca se menciona el nombre; pienso que Nuño lo hizo a propósito, para que el lector elija con cuál de ellos identificarse, para hacer más íntima la conexión con la historia. Sucede que sus rutinarias vidas, marcadas personalidades y el ambiente que los rodea, son amenazadas por una epidemia, las calles están vacías, los hospitales se repletan y el miedo se respira en todo lugar. Todo parece indicar que es el final.

El comunista, la engreída, el conformista y la rebelde se encuentran frente a una situación que les demostrará que en cualquier momento pueden perder la vida; la misma vida de la que querían cambiar todo, viviéndola sin vivir… ellos son los no muertos. “Viven felizmente tristes, sonrientemente jodidos, satisfactoriamente quejándose de la asquerosa vida que llevan”, así lo dice una frase de la novela.

Este libro te deja pasmado, analizando tu vida, lo que haces, lo que no haces, la manera en que te relacionas con tu prójimo… entonces es necesario hacerse una pregunta: ¿Será que acaso estoy muerto en vida?