Libro Obsesiva

jueves, 23 de febrero de 2017

EL VIENTO DE LAS HORAS



Si sobrevives, si persistes, canta, sueña, emborráchate. Es el tiempo del frío: ama, apresúrate. El viento de las horas barre las calles, los caminos. Los árboles esperan: tú no esperas, este es el tiempo de vivir, el único.

Jaime Sabines 

Hermoso desde el nombre, El Viento de las horas es un libro que acaricia el alma. Me llamó mucho la atención la portada, una pequeña niña de trenzas sentada mientras parece meditar. A mi parecer, hace alusión a la autora misma, que en esta obra relata su pasado para invitarnos a conocer un poco acerca de su infancia, nos presenta a la que fue su maestra favorita cuando cursaba la primaria, a su hermana, a sus amigas Elena y Belén. El modo en que relata cada acontecimiento lleva a sus lectores al punto de creer que se conoce cada lugar, cada espacio, el jardín, el columpio...  Ángeles Mastretta es ese tipo de escritor que te captura de un modo lento y sin darte cuenta, te lleva de la mano hasta donde sus letras se expresan y acarician tu atención. Tuve la fortuna de entrevistar a Mastretta, unos días antes de la presentación de este ejemplar, en una feria de libros, hace un año. No pude evitar expresarle mi asombro acerca de la manera en que recordaba tantos detalles de su infancia, ya que al leer el "Viento de las horas", sientes que es la propia niña quien te lleva de la mano en sus relatos, y no la persona adulta que expresa sus más preciados recuerdos.   “Yo vivo con esa niña, la que recuerda, la que cuenta, imagina, evoca y llama, ella está todo el tiempo conmigo, lo único que hago es contar esos recuerdos para que los lectores mismos se encuentren. Cuando un ser humano cuenta su experiencia personal, está contando una historia universal, al contar yo lo mío, cuento lo tuyo, de eso se trata, esa es la gracia de la literatura”, así me respondió Mastretta aquella vez durante la entrevista.Un libro para leer mientras te sientes en paz, de lectura lenta, poco a poco , un conjunto de letras que se disfruta.
Título: El viento de las horas
Autor:Ángeles Mastretta
Editorial: Seix Barral Biblioteca breve

Una probadita:
 Hay días en los que el viento de las horas se vuelve tan intenso que quedan para siempre marcados en nuestra memoria.Voy y vengo de diciembre a diciembre, del mar a los volcanes, de los pájaros a los aviones, de las tortugas a los perros, de un viaje a otro, de la memoria al día en que vivo. De nada sino de eso habla este libro que entrego sin cautela a los ojos y la bondad de quienes lo acompañen.

miércoles, 22 de febrero de 2017


CUALQUIER MIÉRCOLES SOY TUYA




Quienquiera que seas: al atardecer sal de tu habitación, de la que conoces todo; la tuya es la última casa antes de lo remoto: quienquiera que seas.


Un título demasiado sugestivo para el lector y sin duda alguna no es solo el título, ando embarcada leyendo y no puedo dormir porque tengo el pendiente de lo que sucederá en el motel, lugar donde se desarrolla la historia de este libro, el narrador es nada más y nada menos, que un periodista que pierde su trabajo y decide laborar en un motel, haciendo honor a su carrera, está muy pendiente de las vivencias que se llevan a cabo en su entorno, ahora juzguen ustedes el título e imaginen lo que está por suceder... CUALQUIER MIÉRCOLES SOY TUYA, es a mi parecer un buen conjunto de letras para disfrutar una tarde mientras se toma un café, de lectura fluida, con narraciones que te atrapan y suaves palabras que susurran al oído. 

Título: CUALQUIER MIÉRCOLES SOY TUYA
Autor: Mayra Santos Febres
Editorial: Planeta

UNA PROBADITA:

FRASES DESTACADAS DEL LIBRO

“Pero coño, el que no llora no mama y el que no arriesga no aventaja".
“El dinero siempre se hace poco, como una droga. Inmediatamente, el cuerpo, pide más. Más dólares, más cosas que se quedaron por comprar, más regalos, más pruebas de que tú si puedes ser el feliz ganador, el ser bien ajustado y partícipe del floreciente sistema".
“Permíteme decirte que estás equivocada. Él no te quiere comprender y yo sí. En eso somos diferentes".
“Ese hombre ya no era yo. Me lo decía con su cuerpo, con una coreografía de distancias que se apoderaron de su tacto”.
“Para salir del arrabal había que saber entretener a los ricos”.
“Eran como si las pasiones del motel hicieran paralelo a las mías”.
“Hermano, la vida mata. Mientras tano hay que sabérsela disfrutar".
“Después, soltó el lápiz de labios, que se cayó de sus manos lentamente, como si estuviera hecho de viento".
“Un escritor necesita ser marcado por otros escritores, como una página en blanco".


Tres veces tú


TRES VECES TÚ


«El amor es cuando la felicidad de otra persona es más importante que la tuya.» 

H. Jackson Brown


Llegó a mis manos este maravilloso libro que realmente me hace sentir de nuevo en el cielo. Para los seguidores de Step, Babi y Gin, será grandioso encontrarlos a seis años de haber compartido sus aventuras e historias. Tal vez se sorprendan al ver lo mucho que han cambiado, pero será bueno descubrir que son felices.
La manera en que esta historia se ha desarrollado hace sin duda que los lectores tengamos la sensación de que se trata de personas reales que viven y crecen en nuestro entorno. Para los seguidores de esta interesante trilogía esto es más que una fantasía, son personas que conocemos, así lo podemos sentir.
La historia de Step, Babi y Gin ha ido avanzando con quienes leyeron su primer libro, han crecido, madurado y experimentado juntos un sinfín de experiencias. Vale la pena hacerte de este libro que a mi parecer es tres veces bueno. 

Título: Tres veces tú
Editorial: Planeta
Autor: Federico Moccia

Una probadita:


Contemplo el mar desde esta habitación. Ahora, todo me pertenece: la terraza que desciende poco a poco hacia las rocas, esos peldaños redondeados, las duchas exteriores, protegidas con unas losetas amarillas y azules en las que destacan unos limones dibujados a mano, el mármol situado delante del ventanal que refleja el horizonte. Alguna ola del mar, rebelde, todavía sin acostumbrarse a mi presencia, o tal vez para celebrar mi nueva llegada, rompe contra las rocas que mantienen la villa engarzada en esa espectacular parte elevada de la costa. El sol se está poniendo y su luz tiñe de rojo las paredes que están a mi espalda y las del salón. Exactamente igual que aquel día de hace nueve años.
 —¿Ha cambiado de idea? ¿Ya no quiere comprar la casa?
 El propietario me mira con aire interrogante. Luego abre los brazos sereno, sosegado, tranquilo.
 —Es libre de hacer lo que quiera, usted es quien paga. Pero si ya no está convencido, tendrá que darme el doble de las arras o meterse en uno de esos pleitos que, en vista de la edad que tengo, seguro que no me permitirán ver ni un céntimo. —Me lo quedo mirando divertido. El viejo señor es más avispado que un chiquillo. Frunce el ceño—.
 Claro que, si va usted con falsas intenciones, no le correrá prisa. Sin duda se saldrá con la suya, pasando por encima de mí, pero no de mis hijos o de mis nietos. ¡Ya sabe que en Italia los juicios pueden ir para largo! —Y una tos profunda y cansada lo asalta, obligándolo a cerrar los ojos y a acabar su sermón de último senador romano.
 Se toma un momento para recobrar el aliento, apoya la espalda en la butaca de tela, después se frota los ojos y los abre.
 —Pero usted quiere esta casa, ¿verdad?
 Me siento a su lado y cojo las hojas que tengo delante. Rubrico las páginas sin siquiera examinarlas; ya lo ha revisado todo mi abogado. Y estampo mi firma en la última página.
 —Entonces ¿la compra?
 —Sí, no he cambiado de idea, tengo lo que quería...
El propietario recoge los documentos y se los pasa a su hombre de confianza.
 —Tengo que decirle la verdad: habría aceptado incluso la mitad del dinero.
 —Yo también quiero decirle la verdad: habría llegado a pagar el doble.
 Acto seguido, se levanta, se dirige hacia un mueble de madera antiguo y lo abre, saca una botella de champán de la nevera y, con algo de esfuerzo, la descorcha con verdadero placer y satisfacción. A continuación, lo sirve en dos copas altas.
 —¿En serio habría pagado el doble?
 —Sí.
 —¿No me lo dice para hacerme rabiar?
 —Y ¿por qué iba a hacer eso? Me cae bien, incluso me invita a tomar un champán excelente. —Mientras hablo, cojo la copa—. Y, además, a la temperatura perfecta, como a mí me gusta. No, en ningún caso quería hacerle rabiar.